“Mi negocio surgió después de tener a mí bebé, Roma. Necesitaba una salida laboral; ya hacía cosas pero no las vendía, las hacía para la familia porque me encanta todo lo que tenga que ver con la gastronomía y hacer tortas es lo que siempre me gustó”, contó orgullosa.
A través del programa Fondo de Asistencia al Desocupado, la Provincia le brindó un importante impulso para su proyecto.
“La asistencia que recibí a través del Ministerio de Desarrollo Social fue importante porque pude comprarme una cocina que me salvó, ya que no tenía. Iba a hornear a la casa de mi mamá”, contó.
El aporte, junto a su sueño de progresar, la incentivaron a ir por más y comenzar a ofrecer sus elaboraciones al público.
Ella busca que sus productos, totalmente artesanales, sean originales y con precios accesibles para sus clientes, para quienes con mucha dedicación y detalle elabora, “cosas dulces como tartas, tortas y panificación”, explicó.
Lucía trabaja también en una rotisería, lo que le permite seguir sumando nuevas herramientas para su emprendimiento, convencida que “con esfuerzo se puede salir adelante”. “No hay que quedarse esperando. Todo se puede si te lo propones”, alentó la joven.